En Siargao, Filipinas, BRAVO, es un hotel para surfers aventureros que viajan hasta aquí para encararse a la gran ola Cloud 9 y para pasar algunos días en una isla prácticamente vírgen.

Esta propiedad se enclava frente a una laguna protegida por un arrecife. La bahía es perfecta para practicar kitesurf durante los meses en que sopla el ‘Amihan’ y para retar al Cloud 9, una de las olas más famosa del mundo… Y es que Siargao destaca por ser el mejor destino de surf de Filipinas.

Así la esencia surf está en el ambiente, fruto del trabajo del fundador y el proyecto arquitectónico de Román Sarrió. Algunas de sus habitaciones tienen un mezzanine pero son todas las que cuentan con claraboyas de luz natural por donde dejar entrar el amanecer. Ambientes comunes y generosos espacios al aire libre unen las habitaciones e invitan al never alone.  Lo cierto es que en el ambiente multicultural de este hotel es sencillo hacer amigos.

Esta isla atrae a personas activas que conecten con la aventura, mentes abiertas, viajeros que busquen la autenticidad de los lugares, gente que invierte su dinero en experiencias que impliquen sensaciones estimulantes…, a quienes el mundo se les hace pequeño y no les importan los viajes largos (el difícil acceso a Siargao es un valor añadido para todos ellos!). Así, los volúmenes de Bravo se organizaron acotando espacios en el palmeral buscando fomentar la relación entre los huéspedes, y siguiendo la idea de crear una atmósfera joven y relajada.

En el frente marítimo está el verdadero corazón de actividad del hotel, el espacio común y restaurante, con terraza y piscina frente al mar, un espacio de encuentro y diversión tanto para los huéspedes como para el resto de isleños. El restaurante está abierto a la playa y como no, es de tendencia mediterránea con influencias asiáticas; no olvidemos que los españoles estuvieron en Filipinas hace 400 años y su gastronomía forma parte de sus raíces. Con la cocina visible, cuenta con un espacio chillout, donde poder comer o tocar la guitarra mientras se comentan las olas del día. En cualquier caso, siempre está presente el afán de unir a los más internacionales huéspedes y compartir la experiencia «Bravo». También cuenta con mesas convencionales de mas privacidad, pero no olvidemos que el surf actúa como puente entre sus adeptos y no sabe de culturas, ni razas, ni sexos.

Un barco lleva a los clientes al pico de la ola, los días transcurren así… mucho surf estimulante, mucha sal, mucho mar. Para los más primerizos hay instructores de surf locales que se encargan de contagiar la pasión por este gran deporte (una de las grandes ventajas de esta isla es que hay lugares de surf para todos los niveles). Poca costa en el mundo garantiza semejante lujo para los surfistas!

Hamacas, colchonetas a la altura del mar, tumbonas, camas exteriores, sofás,… todo invita a conectar con los ritmos pausados y a disfrutar de la vida de este hotel en esta isla, de la naturaleza, del océano. También momentos de relax se enfrentan con el ambiente after-surf entre música, cocktails, aperitivos y buen ambiente para culminar el día de intenso mar y buena vida.

– tengerenge

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