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En mi visita a Bali me encanta acercarme a las zonas más rurales. En realidad no busco globalización, ni mi mundo occidental, ni turismo, ni demasiada gente. Lo que necesito es retroceder a lo mas natural, volver a los orígenes y conectar con la tradición. En este sentido mi retiro está en Alila villas Soori, fascinante hotel situado en la costa sudoeste de Bali rodeado de infinitos arrozales y genuinas aldeas.

Alila Villas Soori se encara al océano. Aquí ya no me despierto con el ruido de un mono de Ubud, con el canto de un gallo de Alila Manggis o con los cantos hindúes de la aldea vecina de Villa Idanna; aquí amanezco con el sonido del mar.

Mi habitación se encuentra frente a las olas de la playa. Hasta ahora nunca había visto arena tan oscura, tan negra… necesito pisarla! Al acercarme observo minúsculos destellos brillantes, provienen del hierro y la cantidad de minerales que guarda esta tierra. Es una tierra dura y caminar sobre ella es casi como hacerlo sobre asfalto, por lo que no me canso y recorro  la playa hasta el final, donde según me han dicho, encontraré una cueva llena de murciélagos.

La arena negra de la playa me ha llamado tanto la atenciónn que el hotel me recomienda hacerme un scrub de tierra volcánica en el spa. Los balineses creen que los minerales hacen que la tierra volcánica tenga poderes y sanen; ahora entiendo por qué me he encontrado a una mujer balinesa durante mi paseo en la playa con la mitad de su cuerpo enterrado en la arena… Lo cierto es que esta arena negra sólo puede beneficiar mi piel por lo que no dudo en renunciar a la experiencia volcánica en el spa!

Tras saborear al mediodía comida indonesia del restaurante Cotta frente al mar, un coche del hotel nos ha llevado a visitar comunidades vecinas donde trabajan la terracota (de ahí el nombre del restaurante del hotel), el hierro y otros oficios artesanos. Estas zonas rurales de la isla son completamente autosuficientes, rebosan de recursos naturales y fuentes de vida. En sus llanuras horizontales siempre asoman lugareños recolectando arroz, con los pies encharcados y sombreros de ratán; las tierras más fértiles de Bali se encuentran aquí!

En Kerambitan, este señor y su mujer trabajan bajo este refinadísimo cobertizo rebosante de luz natural.  Con sus manos cada día dan vida a preciosas piezas de cerámica, que luego cuecen en su horno y venden en la isla.

Cerca visitamos comunidades que fabrican tejas de manera completamente manual. Con una prensa les dan la forma, luego las secan al sol durante cinco días  y finalmente las cuecen en un horno usando las fibras de coco que recolectan como combustible. Con ello entendí el por qué de las enormes montañas de coco acumuladas en las casas…

 Pasar unos días en Alila Villas Soori es altamente recomendable…, al atravesar sus puertas entras en la dimensión del placer, de la excelencia y del cuidado de uno mismo y al salir de ellas la estancia es completamente cultural, (… sin olvidar el templo de Tanah Lot que está a 20 minutos!).

Me llamó la atención el trato que se le da a las habitaciones, todas ellas con su piscina privada frente al mar. Están pensadas para el máximo confort, sin que falte de nada y orientadas a ser auténticos remansos de paz. Desde la cama, el agua de la piscina se funde con el infinito del mar creando un horizonte idílico, el olor a lemongrass en el ambiente es fascinante y en la ducha al aire libre pudiera parecer que estás en una selva (no he podido evitar comprar esencia de lemongrass para aromatizar mi casa y revivir mis días aquí). Algunas habitaciones están destinadas a reunir a familias enteras, en ese caso, diría que ya no son habitaciones sino pequeñas residencias con dormitorios independientes compartiendo piscina y estancias comunes. La idea me parece magnífica para grandes familias que quieran experimentar un hogareño viaje tribal.

… El día ha estado cargado de estímulos y recompensas pero el atardecer está por llegar y todavía falta lo mejor! En la entrada del hotel nos esperan tres segway para poner fin al día atravesando las llanuras de los arrozales; es mi primera vez y nos acompaña un joven empleado del hotel que parece dominar este curioso medio de transporte, así como los caminos con las mejores vistas atravesando aldeas locales. El sol cae, su naranja intenso es muy potente.

Al anochecer el mar no puede desaparecer. Grandes reflectores en la playa y enormes hogueras en calderos de hierro lo iluminan. Cenar en el restaurante con semejante espectáculo delante y el mar como melodía puede ser una experiencia conmovedora, hasta ahora jamás encontrada por la singularidad del paisaje.

En  Sánskrito Alila significa «sorpresa». Reuniendo todas mis experiencias en este mágico hotel, me doy cuenta la facilidad con la que discurre la conexión con la pureza de esta isla. A través de él y sus servicios, he experimentado descanso y la geometría de su arquitectura me ha proporcionado placidez en mi visión.

– tengerenge

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