Cayo Largo

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Tal vez no sea el cayo más accesible, ni el más cómodo para llegar – hay que tomar un vuelo interno y probablemente madrugar-; la oferta hotelera es pobre y sus servicios están al límite, pero… si se sacrifica comodidad por «experiencia de vida» y se persigue algunas de las mejores aguas de nuestro planeta, Cayo Largo es el rey.

Los oriundos de la zona le llaman «el mar de los siete colores»; es cierto que las aguas se apoderan de una gama desde el blanco al celeste pasando por el turquesa y  muriendo en esmeralda. El impacto visual es tan intenso que a la vista le cuesta acostumbrarse durante rato.

Las playas son preciosas, tal vez unas de las más bonitas, pero quedarse en tierra sería una experiencia incompleta…; nuestro recurso fue acudir a la pequeña Marina del cayo. Allá alquilamos un catamarán, no muy grande, y partimos hacia Cuarto Canal. Las aguas son poco profundas, es por ello que el catamarán es la embarcación ideal para este momento, así nos permitirnos adentrar en estas aguas y perdernos como si nunca lo hubiéramos hecho en este desierto turquesa.

Iremos encontrando islas completamente salvajes donde las únicas propietarias son las iguanas, que se adueñaron de las playas hace mucho tiempo. Al pisar tierra firme habrá que convivir con estos extraños reptiles con los que es difícil conectar.

La Isla de las Iguanas no está lejos de Cuarto Canal. Ésta y algunas otras nos enseñarán el lado más salvaje de Cuba, y regresando a puerto al atardecer nos parecerá que ni los cocoteros de playa Sirena ni los de playa Paraíso en Cayo Largo, pueden competir con los áridos trozos de tierra en Cuarto Canal, por menos vegetación que tengan.

Mientras nos bañábamos nos quiso saludar una manta raya, que por acercarse demasiado la razón nos puso en estado de alerta. Tras visitarnos de nuevo un tiburón gato y pasar frente a nosotros como si nada, comprendimos que en aquel lugar no había ruidos ni motores de barcos y que sencillamente, sus marinos lugareños seguían con su vida como si nosotros no estuviéramos. De la arena en el fondo cogimos enormes estrellas de mar color coral, que dejamos en su mismo sitio al poco rato de examinarlas. No hay duda que la convivencia con tanta fauna marina fue alentadora para ratificar que no todo está masificado, que todavía puedes estar solo en lugares bonitos;  lo cierto es que no vimos un solo barco en nuestro paradisíaco recorrido. Aquí algunas de las imágenes que yo misma tomé…

Una vez en tierra, nos gustó tanto lo que habíamos visto que al día siguiente regresamos al mar pero esta vez para explorar los arrecifes de coral  y  contemplar los fondos del Caribe ( Cayo Largo está en el mar Caribe, no en el Atlántico como los que se encuentran en el norte).  No bajamos mas de 20 metros y ello fue suficiente para ver gorgonias, peces de colores y otras especies.

En Cayo Largo hay muchas cosas para hacer y nada a la vez. Tiene poca infraestructura y no se encuentra más que una Marina en el centro desde donde salen los barcos para bucear o pescar, un restaurante, una pequeña tienda de souvenirs y una interesante granja de tortugas Carey. Al margen de ésto, ni una tienda, ni un bar, ni restaurantes ni centro comerciales…. nada. Pero está bien así.

Entre los meses de abril y septiembre las costas de Cayo Largo del Sur sirven de punto para la reproducción de especies como las Caguamas, tortugas verdes y Carey. Con suerte puedes ver el desove o como se liberan hacia el mar. Este animal amenazado por causa de su preciado caparazón está protegidísimo y se veta la venta de cualquier producto hecho de éste. En casi todos los paladares en La Habana vi colgado en la pared del salón de las casas un enorme caparazón a modo de trofeo de posiblemente más de 100 años!  Precioso, pero una pena la pesca irrefrenada de tortugas marinas hasta ahora.

Hay ciertos viajes, tal como escaparse a Cayo Largo, que no representa la actividad frenética a la que estamos acostumbrados, pero dejarse llevar por la naturaleza de éste trozo de tierra alargado, de allí su nombre, y hacer la vida con lo que te ofrece, puede atraparte muchísimo.

– tengerenge

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