Manejándose bien con su machete me enseñaba orgullosa los alrededores de su casa y sus plantaciones. Espontáneamente tomó mis manos, se las acercó y miró con detalle, como si estuviera reflexionando sobre algo… «Observa! mis manos son toscas porque trabajo en el campo; las tuyas en cambio son delicadas y sin sellos de esfuerzo». A algunas se les curten las manos, a otras se les curte el alma.