Dicen que, en cuestión de antigüedades, después de Londres y París está l’Isle-sur-la-Sorgue. Por este motivo, para formar parte de los déballages en sus calles y de los mercados de brocanters es importante que la visita coincida en fin de semana. Es entonces cuando las puertas de todos los anticuarios se abren al mundo y muebles de jardín, bustos, mesas de mármol, espejos, sillas gustavianas, armarios, molduras…, cobran vida, como un personaje mas, alrededor del río Sorgue.

Entre tantos antiques, cada vez que vengo a Isle-sur-la-Sorgue no dudo en ir a comer a Le Jardin du Quai en el Quai de la Gare (91, avenue Julien Guigue). Esta vez fuimos a cenar y de nuevo Daniel Hébet y su cocina nos hizo tocar el cielo, pero lo mejor es el espacio y la vegetación dramática que te envuelve, con las mesas y sillas tomando espacio en todo ello, junto con velas en el escenario.

Otros restaurantes entre mis preferidos son Le Vivier, Le Carré d’herbes, La Prévoté, Café Fleurs. Cual mejor!

En cuestión de hoteles, me ha encantado hospedarme en La Maison sur la Sorgue, un palacete restaurado del s.XVII convertido en boutique hotel de cuatro habitaciones de posición privilegiada en el centro del pueblo, cerca de todo y con la comodidad de poder salir andando desde éste. Su particular estilo osado lo hace diferente. Huye del recurrente estilo provenzal dándole un aire más actual donde también hay espacio para arte, fotografía e incluso una galería propia.

la entrada, a lo lejos el patio

… y con la comodidad de poder salir paseando desde La Maison sur la Sorgue, es interesante visitar algunas tiendas. Aquí todo es cambiante; con los años aparecen y desaparecen nuevos locales… Jouvaud, que estrena tienda desde hace dos meses en la avenue Quatre Otages núm. 5, me ha impresionado por lo bonita que es. Su diseño es fastuoso, el mueble central de mármol donde exponen los dulces es diferente al de todas las pastelerías del mundo y entre los productos que venden, no solo pasteles, es difícil escoger. Su tradición desde 1947 les posiciona entre las mejores, teniendo ya locales en Carpentras, Avignon, Tokyo e l’Isle-sur-la-Sorgue. Pero aquí, a pesar de haber visto los pasteles más bonitos de mi vida, el azúcar no sólo es el reclamo; todo vale la pena.

En La Boutique de Francine (20, rue Julien-Guigue), venden tejidos antiguos y lino de colores a metros para manteles o sábanas y Le Magasin général, en la avenue Quatre Otages 1 es de los anticuarios más bonitos de la zona.

En Lumières, a pocos kilómetros de aquí, hay una tienda a la que me encanta ir y a comprar. Sencillamente, es pura música todo lo que refiere a esta mujer, Edith Mézard y cada una de las cosas que vende en su palacete le Chateau de l’Ange.

– tengerenge

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