Posiblemente una estancia en este lugar corresponda a personas que hayan experimentado anteriormente la oportunidad de alojarse en un riad en la medina, en mitad del bullicio, como un oasis de comodidad; nunca mejor dicho. O quizás este pueda ser también un grato recurso para los que busquen hospedarse en un retiro y limitar sus visitas a la ciudad a modo de incursiones diarias con regresos al atardecer.
Hay lugares que necesitan ir acompañados de explicaciones, en este caso las fotos hablan por sí solas. La arquitectura y decoración de Berber Lodge es un placer a la vista. Mires donde mires, cada rincón, paredes, ventanas, iluminación, tejidos, elementos decorativos o incluso el paisajismo del exterior, absolutamente adaptado a vegetación del país, tiene un claro sentido estético.
Las habitaciones, tan sólo diez, son simples y bonitas, con materiales locales, chimenea y acceso al jardín. En cierta manera su disposición interior y su decoración me han evocado una cierta retirada Wabi-sabi al estilo marroquí, tan arraigado siempre a la elegancia de la ligereza, ese gusto por lo simple, por agregar elementos sólo con sentido, incluso hasta en una linea cromática.
Los desayunos, comidas y cenas son fieles a estas recetas tan de tendencia actual, leales también a la cocina del país; una bonita convivencia. Pero lo infinitamente bonito es, sin duda, poder degustar todo lo que aquí preparan sentado en una mesa bajo uno de los olivos del jardín.
– tengerenge

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