Tengo la suerte de saber que cuando Dalai Lama visitó La Paz, tras aterrizar expresó: «esta tierra es igual al Tíbet». Es cierto, a esta ciudad andina y su altiplano a 4.000m de altura le corresponde un terreno áspero, seco, duro…, pero sagrado. Él y todas las personas que han tenido la suerte de poder descubrir este país son testigos de la variedad de paisajes que nos regala, de la riqueza cultural que derrocha y del culto que rinde a la naturaleza a través de la Pachamama. Aquí la Madre Tierra es una deidad y las ofrendas a la Pachamama están detrás de cualquier acto.
Bolivia no está occidentalizada ni globalizada, la esencia de este pueblo no está maleada. Encontré un respeto enorme hacia su identidad y ésta se expresa fiel a su tradición y cultura, por este motivo, al estar allá entras en un nuevo mundo que ni en tus más creativos diseños hayas podido levantar un dibujo…. Las cholitas, mujeres indígenas con sus tradicionales vestimentas y bombines, pasean por la calle con orgullo. Sus aguayos de colores les sirven para transportar cebollas, patatas o incluso a sus bebés. En las aceras de las calles y con su piel curtida por el sol, el frío y la altura, venden sus productos, y recelosas de su intimidad son escuetas en sus diálogos evitanando dejarse hacer fotos; pues ellas creen que al hacerlo les robas el alma.
Los paisajes son completamente singulares, diferente a todo lo que he visto nunca… Las formaciones curiosas del Valle de la Luna ofrecen apertura a la geología y a los movimientos a lo largo de la historia, el misticismo del lago Titicaca y sus aguas sagradas te obliga a detenerte unos segundos, la humedad tropical y cascadas de Los Yungas son puro verdor, el altiplano desde donde tocas las nubes y sus plantaciones de quinoa…, el salar de Uyuni representa el inmenso, y la carretera de Potosí al Salar, entre cañones, gargantas, llamas y extensas llanuras te deja sin respiración durante todo el camino. Aquí representaciones con fotos de cada terreno…
En muchos momentos te sientes muy cerca del cielo, tal vez por la altura y la sensación de cercanía que te invita a querer tocar las nubes, o por la pureza del aire que te deja ver todo con claridad. Hay poco oxígeno, pero la esfera es muy muy limpia…
… tan limpia como la raza, que el poco cruce la hace pura. El 60% de la población es indígena, el 30% mestiza y el 10% europea. Este país atrajo por su minería y por las vetas de plata en sus montañas…, pero yo decido llamarle «la gran desconocida», la «olvidada». Su escasa inmigración y el poco turismo frente a otros países preservan su raza. Bolivia no está tocada; todavía.
Tanta riqueza que puedes experimentar las cuatro estaciones del año en un mismo día. Primavera, verano, otoño e invierno en sólo 24h. El clima en Bolivia es rebelde, …sale el sol, frío extremo, calor, viento, rayos, lluvia… Tan rebelde como la Tierra, que se transforma en pocos kilómetros según avanzas, según subes o bajas o qué se yo…, según vas en horizontal y te adentras en una mina donde el paisaje cambia bruscamente y paseas asombrado entre pirita y plata respirando azufre. Resurges de la mina y de nuevo vuelves a tocar las nubes tan próximas a ti y sientes el quemazón del sol en tu cara que por estar tan cerca tiñó la piel a oscura de sus indígenas. La fuerza de la Madre Tierra es muy potente.
La cosmovisión andina es un espejo para darme cuenta lo desconectados que vivimos en occidente. Hay un sincretismo entre el Sol, el Cielo, la Tierra, la Luna, las personas, los animales, el Todo. Bien sabe de ello su deidad incaica, la Pachamama, una deidad inmediata y cotidiana, que actúa directamente, por presencia, y con la cual se dialoga, ya sea pidiendo sustento o disculpándose por alguna falta cometida en contra de la Tierra. Bolivia es ésto y mucho más.
Lo cierto es que pocas veces he visto personas tan conectadas con la Tierra. No les viene de nuevo, ya sus antepasados Tiahuanacos o los aymaras, practicaban sofisticados cultos religiosos que les colocaba en pura conexión con la naturaleza. La cultura Tiahuanaco es denominada por los historiadores bolivianos como la «cultura madre de Bolivia», y ello, sin duda alguna, sigue presente en el país.
La cordillera de los Andes acoge en ambos lados la convivencia de treinta y seis etnias y Bolivia pasa de ser una república a un estado plurinacional respetando todas ellas. Se practican todas las sectas, creencias y religiones. En la diversidad está la riqueza, siempre me ha gustado esta idea. Después de Guatemala y Ecuador, Bolivia es el país con mayor porcentaje de indigenismo de todas las Américas. Ello le aporta esta riqueza en etnias, credos y cultos, dignidad en todos ellos y resistencia de estar y ser parte de este país.
Primero estaba el mar, todo estaba oscuro.
No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas.
El mar estaba en todas partes.
Él era la Madre; la Madre no era gente, ni nada ni cosa alguna.
Ella era espíritu de lo que iba a venir y ella era pensamiento y memoria.
Mitología Kogui
– tengerenge
One Comment on “Bolivia, la gran desconocida; una oda a la naturaleza”
Carla
abril 16, 2015 a las 9:53 am
Que viaje tan bonito y espiritual! Espero que continues posteandolo parece que hayan muchos paises en uno solo.