En Francia entendieron hace mucho tiempo que los hoteles pueden ser de otra manera. Desde entonces, casas con cierto encanto dan vida a los Maison d’Hôtes, donde el sello del propietario marca claramente el estilo que tendrá la estancia.
Hoy parece que se manifieste un duelo por rebasar las mejores puestas en escena entre los maison d’hôtes más bonitos de Francia. Algunos libros ya recogen los más distinguidos, y portadas de revistas los lucen como galardones.
Así, huyendo de los grandes hoteles impersonales las pocas habitaciones que suelen tener son decoradas bajo el más sentido de la estética. Sábanas de lino siempre, algunas con chimenea, cuadros, colecciones de láminas en las paredes, lámparas bonitas y muchos libros pueden arroparte en tus noches.
… Tras los pasos de los cátaros, nuestra visita residió en Camellas-Lloret, a veinte minutos de Carcassonne. Esta atractiva estancia y preciosa casa se lo debe todo a una neoyorquina y un sudafricano, encantadora pareja que encontraron su lugar aquí, en Montreal, un pequeño pueblo donde la vida transcurre sin prisa. Annie y Colin son anfitriones sensacionales y esencia de todo lo que pasa en esta particular casa.
Aquí, la tradición de Francia se une con el ambiente contemporáneo de una gran familia, informal y distendido. Se combina también el estilo metropolitano con el encanto tranquilo de la campiña francesa, qué buena aleación! Cuando te adaptas a un maison d’hôtes estás hospedado en una casa particular, donde se dá el conocer a los propietarios, donde las conversaciones entre los demás huéspedes se cruzan bajo el abrigo de una chimenea o en el desayuno, entorno a la mesa del comedor entre crumble de manzana, brioche de chocolate negro, y café. Las estancias comunes son así, aglutinadoras (lo que debería ser la cocina o el salón de cualquier casa).
A pesar del buen tiempo y del sol, el frío aprieta. Sin embargo, a través de las ventanas me fijo e intuyo la importancia del patio de esta casa. Los tallos de hortensias dormidos por el invierno, la fuente que emana agua, los sofás, las macetas, el limonero y una gran mesa, me hacen pensar la vida que cobra este lugar cuando desaparecen las cristaleras tras la llegada del buen clima. Y lo más singular: dos sillas oscilantes de mimbre colgadas del techo con la siguiente frase a sus espaldas: «baggage is heavy, pack light». Cierro los ojos y me balanceo con el sol en la cara cavilando sobre algo que siempre he pensado… hay que viajar liviano…, pocas cosas…, yo conmigo ya soy suficiente…, y mi mejor acompañante, claro…, pero eso no es material, es alma. Cuando pienso algo y lo hallo escrito, siento sincronicidad, y me encanta.
– tengerenge