El fallo en una conexión de vuelo me arrastra inexorablemente a tener que descubrir esta ciudad. Para casi nadie, destinar unos días en Doha suele ser por cuestión de turismo. Su espectacular aeropuerto recientemente renovado es un transfer para llegar a otras ciudades y a menos que se tenga residencia en esta ciudad catarí por asuntos profesionales, muy pocos son los que se aventuran a visitarla.
Abandono el aeropuerto y me encuentro con una ciudad en construcción, que se alza sobre tierra seca, completamente nueva, emergiendo de la nada, sin historia.
Ya…, enseguida me hago la idea…., los cataríes persiguen conseguir una ciudad de portada; de cuestionable éxito.
Han construido rascacielos de atrevidos diseños en su parte financiera y monstruosos hoteles altísimos donde la opulencia sale por las ventanas; y donde con dificultad llenan. Todo parece técnico y moderno, pero tengo la sensación de que esta ciudad es de cartón-piedra y de que pretenden conquistar a los nuevos ricos de la zona. Es un absurdo, nada es de verdad, no hay historia, ni raíces, ni categoría, ni tampoco ningún respeto por su tradición o su forma de vida antes de que esta nueva ciudad apareciera. Me resulta muy difícil conectar con todo ésto.
Ell urbanismo de la ciudad, sin ninguna estética, me recuerda el interés por perseguir el modelo occidental. Centro financiero, grandes avenidas, semáforos, hoteles y centros comerciales. Todo pretende ser europeo. El cuadro que veo, de forma reflexiva me arrastra a pensar sobre la insistencia a nivel global por perseguir un modelo único, un código universal homogéneo a cualquier nivel. Dónde esta la esencia catarí? Dónde están las casas de sus gentes y la forma tradicional de vida? Dónde transcurre la auténtica vida lejos de la puesta en escena para los viajeros ajenos que visitan esta ciudad? Claramente, no hay alma!
La verdad es que el único contraste realmente chocante es ver el desfile de los cataríes enfundados en sus bidashas, túnicas perfectamente blancas hasta el suelo.
Ellas en cambio, van cubiertas por sus abayas negras hasta los pies, atrapando el calor hasta el sofoco, y mostrando al mundo exterior únicamente sus ojos, dramáticamente maquillados. Me enferma que la feminidad se oculte. Al parecer, solo en sus casas y en celebraciones privadas exhiben su lado más sensual siguiendo los cánones de belleza de las revistas más internacionales. De ahí el hecho que se las vea vestidas de negro cargando bolsas de Prada y Dolce & Gabbana, desconcertando a cualquiera que las mire.
La vida es casi inexistente en las calles. El aire acondicionado es el rey y para los turistas o expatriados todo transcurre a caballo entre casas, hoteles y centros comerciales. El calor es demasiado ardiente, los 45 grados en mayo no se aguantan.
Villagio es el centro comercial más distinguido, no solo por sus tiendas, si no por pretender emular la ciudad de Venecia con sus góndolas y canales; claramente un orgullo para ellos. El techo es la réplica de un cielo con nubes para acabar de envolverte en este fingido mundo italiano (estoy segura, que muchos de ellos mientras pasean, por un momento se llegan a creer que están en Italia).
… me encuentro con estas dos mujeres, cuñadas entre ellas, y nos ponemos a hablar vehemente. A ellas les seduce mi mundo occidental, a mi sus vidas tras sus negras abayas. Me cuentan que nunca abandonan su negra vestimenta pero que en sus casas se pueden vestir como occidentales y maquillarse. Una de ellas me enseña con orgullo una foto en su teléfono donde aparece vestida con un ceñido vestido rosa, teñida de rubio y con los labios pintados. Mi marido estaba cerca mío y asombrada le invito a mirarla, cuando ella se apresura a esconder la imagen para que no la vea. Entonces me mira y me dice: «él no puede ver la foto, sólo tu puedes hacerlo. El islam tiene ojos en todas partes…».
Bien, hasta ahora he visto lo más moderno, las construcciones más recientes, los hoteles más opulentos. Dónde transcurría la vida de esta gente antes de que se alzara esta reciente pretenciosa ciudad? … lo poco que queda es el «souq waqif», donde se puede entrever lo que había sido, antes de ser restaurado no hace demasiado tiempo. Aquí es donde mejor se conecta con la esencia catarí pero aun así encuentro falta de naturalidad.
En definitiva, mi visión es sesgada pero aun así me cuesta entender el sentido de estas ciudades emergentes enfocadas con tal perspectiva. Qué persiguen?
… el verdadero patrimonio de Qatar se encuentra bajo el subsuelo, donde gas y petróleo aguardan.
– tengerenge
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