Muchos viajeros a menudo entran en el competente dilema entre visitar el norte del país versus el exótico sur….
Primero de todo, debo decir que el mayor Patrimonio de la India es su gente, y es ella la que hace latir el país.
Tras haber conocido norte y sur, entendí que son dos aproximaciones diferentes y que uno de los varemos en la elección de visitarlos, podría ser nuestro estado personal.
Tal vez la pregunta no es uno u otro, si no…, por cual empezar? entonces contestaría primero visitar el norte, no sólo para obtener el más brusco contraste, si no para penetrar en este mundo de espiritualidad y respeto a las religiones a través de sus templos y tradiciones milenarias.
…el norte es árido, es duro, seco. En él encontraremos grandes monumentos arquitectónicos, fortalezas, palacios de maharajás, y templos jainistas de 2.500 años de antigüedad. El viaje implica un brusco choque cultural para cualquier occidental, pero es claramente enriquecedor y enseguida te sumerge en la pacífica reunión de religiones conviviendo juntas y en el estudio de la historia de cada una de ellas. La espiritualidad está en el aire y ello provoca que el murmuro sea constante; la mente no para.
La miseria es repetitiva, te persigue. Hay que venir con entrañas de acero. Aquí lo que se ve y se percibe es la pura realidad, no hay escenarios ni fantasmas para turistas. En un mundo cada vez más globalizado, me siento atraída por la autenticidad que conserva, por la diversidad de costumbres, lenguas, grupos étnicos, y creencias, por la vida que regenta las calles y el afán de supervivencia.
El poder del color podría ser uno de los matices que suavice la dureza. No solo los femeninos saris de sus mujeres, también las incrustaciones de piedras semi preciosas o los pintorescos grabados con sinuosas formas para decorar estancias de algunos monumentos. Incluso los alegres colores con los que decoran las pieles de sus elefantes! …. Si los indios vistieran de negro el escenario en el norte sería casi mortífero! pero no es así, la India es la que más sabe de color.
En el sur el paisaje es mucho menos dramático. Es un viaje menos mental y mas corporal. El Ayurveda en Kerala te seduce sin esfuerzo y todas sus prácticas te conectan con tu cuerpo. Ello es una de las cosas, entre otras, que contribuye a que la visita a estas tierras sea más laxa.
La vegetación abunda y el verde rebosa. Encontraremos pobreza pero no miseria…. Las familias viven de sus cultivos, de la pesca, del comercio del coco y demás actividades que les proporciona el terreno; aquí la tierra es fértil y llueve. En el sur, uno se pone en modo contemplativo, la mente no necesita murmurar tanto; todo es más sedoso, mas suave.
Inmersos en un clima tropical, todo es mucho mas relajado. Destaca sobretodo la naturaleza, las escenas de vida y los templos, que también están por todo el país.
Los Backwaters toman un papel importante en el paisaje y serpentearlos es una experiencia magnífica. Desde la barca puedes contemplar las avenidas de agua y los cocoteros a sus orillas. Resulta difícil reprimirse del deseo de bajar y visitar las austeras comunidades o pueblos en los que conviven, comunicados todos ellos por estos exóticos canales de agua. La vista cobra un importante sentido y el paisaje exterior es el gran protagonista, sin embargo, penetrar en el interior de las vidas de estas gentes y sentarse con ellos a dialogar ensancha la perspectiva del viaje. En una ocasión, una familia encantadora me invitó a entrar en su casa; me descalcé y pude entregar un espacio de mi tiempo a conocer las paredes que les acogían. Puedo decir que mayormente predomina en ellos la amabilidad, la dulzura y el respeto, y que al igual que sus templos, sus hogares también los convierten en lugares sagrados.
Uno de los paisajes más bonitos que guardo en mi cabeza fue ver las plantaciones de te en la provincia de Kerala, en el sur de la India. De pronto, tras torcer una colina, todo lo que mi vista alcanzaba era de color verde claro, muy intenso. Es el color del te cuando está fresco.
Una vez más las mujeres trabajan en grupo. Recolectan las hojas que van arrancando con sus manos mientras entre ellas se cuentan sus historias que las unen. Luego las dejan caer en las grandes cestas que llevan sobre su espalda, a ser posible los brotes más tiernos. La prespectiva de las laderas inclinadas de las plantaciones, para drenar mejor los cultivos, contrasta enormemente con los saris de colores intensos que ellas visten; una belleza.
Ya sea norte o sur, retrata a este país un verso de Rabindranath Tagore, poeta bengalí, que dice así:
«anoche soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Serví y vi que el servicio era alegría»
– tengerenge