Es en el Pirineo Navarro, España, donde está el segundo bosque de hayas y abetos más grande de Europa; tan bonito y bien preservado como la Selva Negra en Alemania. Tan imponente también, por sus altísimos árboles de hasta treinta metros de altura y por su espeso bosque centenario.
La paleta cromática de sus hojas en otoño atrae a miles de visitantes, ansiosos por disfrutar del espectáculo de sus colores ocre, rojos, naranjas y amarillos. Se comenta incluso que Irati está de moda…., al parecer aquí siempre venían sus vecinos de la Península donde hacían excursiones durante el buen tiempo y pescaban truchas. Sin embargo ahora las carreteras del Valle de Salazar pueden estar desbordadas por que nadie se quiere perder los maravillosos paisajes.
Desde Ochagavía, un pueblo precioso, se puede penetrar en la Selva de Irati atravesando una ruta forestal en coche, una carretera que atraviesa el bosque con paisajes preciosos, y que llega a morir en un parking con una caseta como punto de información. Allí se podrá ser asesorado entre las dieciséis posibles rutas a elegir según la disponibilidad de tiempo, la dificultad, la preparación física y la edad de las personas que lo vayan a realizar; pues la Selva de Irati es también apta para niños.
Nuestra primera toma de contacto fue la excursión de dos horas hasta la ermita de Muskilda, un sendero de dos horas y media a través del cual se descubren los mil colores que puede atesorar la naturaleza y dónde la altura de los árboles abruma por lo minúsculo que te puedes llegar a sentir (a Muskilda se llega por un camino que empieza justo detrás de la iglesia de Ochagavía. En el punto de información del pueblo puedes ser asesorado de todo). Los paisajes desde esta ermita del S. XII son preciosos y el senderismo vale la pena por si solo. Tras la excursión, niños cansados y hambre de alturas, fuimos recomendados comer en la Sidrería Kixkia donde probamos los mejores platos regionales tales como el revuelto de hongos, las piparras fritas, pimientos del piquillo de Lodosa rellenos, chuletón a la brasa y cuajada de oveja o queso Roncales para el mejor postre; todo espectacularmente bueno y arraigado a la zona (importante reserva previa). Al siguiente día, la excursión fue desde la misma Selva de Irati, dejando atrás este bonito pueblo de calles empedradas, de cuidadas casas con geranios y tejados empinados, con su elegante iglesia de piedra, su río y su viejo puente medieval.
Murillo de Lónguida no está tan cerca de la Selva de Irati como otras poblaciones pero vale la pena alojarse en el distinguido Hotel Villa Clementina, con su señorial fachada y su particular historia detrás. Durante el trayecto hasta llegar es curioso observar la transición de paisajes y el cambio de ecosistemas; chopos, hayas, pinos, sauces, almendros, olivos, abetos, robles… todo abunda en esta zona y es cambiante según el micro clima y la altura.
Y es el Hotel Villa Clementina quien dentro de todo ésto tiene su particular vegetación…., un enorme castaño de Indias, una higuera y un nogal entre muchos otros, legado de un indiano de Navarra que viajó a las Américas en 1888 en busca de fortuna y regresó arruinado. Esteban Ancil, al entrar en el país de regreso por Villanova y la Geltrú (Catalunya) fue premiado por un billete de lotería, y fue así como construyó este señorial palacete que hoy se mantiene intacto y sigue siendo propiedad de la quinta generación de esta familia, que tomó la decisión de rehabilitarlo hace unos años y darle la actividad de hotel. Se mantienen originales techos, suelos, paredes empapeladas, la escalera central y otras muchas curiosidades de la planta baja, combinado con diseño contemporáneo y materiales nuevos. En cualquier caso, la atmósfera al entrar en esta propiedad es completamente familiar y se respira una historia todavía viva, plasmada en algunos cuadros de antecesores que hay colgados en alguna pared.
Son amantes de la naturaleza principalmente los que vienen aquí, tal vez con el matiz de ser los que huyen del tradicional hotel rural propio de la zona. Villa Clementina está en el centro de dos rutas del Camino de Santiago, muy cerca de Roncesvalles, inicio de una de estas dos.
La Selva de Irati en Navarra es una hayedo sensacional para venir a descubrir sobretodo en primavera, verano y otoño. Son valiosas las aportaciones gastronómicas, paisajísticas y culturales de toda la zona, y un gran regalo para aquellos que necesitan la naturaleza como fuente de vida.
– tengerenge