Mérida es la vibrante capital del estado mejicano de Yucatán y atesora un rico patrimonio colonial.
Recomiendo empezar a recorrerla desde la plaza de la catedral de San Ildefonso, alquilando una calesa para ser paseados por todo el centro histórico. El Paseo Montejo es una calle preciosa con casas coloniales y edificios que llaman la atención por su elegancia, rememorando el momento en que muchos parisinos construían sus casas aquí. En él se pueden encontrar varios museos y tiendas donde poder comprar sombreros y guayaberas, incluso hamacas. También es bonito ir a ver el Parque de Santa Lucía, donde con suerte se coincidirá con artistas que bailan o cantan. Muy cerca están el Museo Macay y el Museo Cantón en los que poder observar objetos antiguos de la cultura maya.
Mérida es un buen lugar para comer la mejor comida yucateca, como la sopa de lima, los panuchos, salbutes o la cochinita pibil. Recomiendo el restaurante Néctar del chef Roberto Solís, experto en cocina yucateca contemporánea. También hay un restaurante llamado Peruano donde comer su excepcional comida, situado en la calle 55 frente al parque de Santa Lucía. Justo enfrente un poco más adelante se encuentra Kukul Boutik, la tienda de una empresaria mejicana con preciosos huipiles a través de los cuales honra y promueve el trabajo de artesanos y diseñadores mejicanos preservando las técnicas tradicionales heredadas tras generaciones. En el numero 516 de la misma calle está Coqui Coqui Mérida Residence & Spa, una residencia maravillosa donde hospedarse ubicada sobre su propia tienda a pie de calle. En cuestión de compras me gustó muchísimo Casa T’hó, un espacio creado para presentar lo mejor del talento creativo mejicano y con el propósito de contribuir a devolver la majestuosidad al emblemático Paseo Montejo ofreciendo una mirada al mundo del diseño, moda, arte y gastronomía de Yucatán.
Las ruinas de Chichén Itzá se pueden visitar desde Mérida, como también Celestún a cuarenta y cinco minutos en dirección opuesta, una increíble reserva en la que, al amanecer o al caer la tarde, cientos de flamingos posan a orillas del río.
-tengerenge