A esta mujer parecía no importarle que su hija de dos años nos acompañara en nuestro camino hacia a una playa salvaje. No había nada alrededor, ni nadie que comprara sus zumos, tan solo vegetación abrazando una playa indómita con cuevas y filtraciones de agua. La pequeña nos siguió sin voltearse para mirar a su madre y caminó junto a nosotros. Curioso las distintas formas de concebir el desapego en cada sociedad…