En la India estas mujeres me contaron que ambas eran madres y viudas, pero buenas amigas. Sentí una hermandad con ellas; tan lejos y tan cerca a la vez. El sentimiento de hermandad no sabe de fronteras, culturas, etnias ni razas. Ellas se encontraban cada día para transportar agua y andaban durante kilómetros. Sus quehaceres y otras uniones las hacía cómplices.