En Qatar estas dos mujeres, cuñadas entre ellas, me explican que nunca abandonan sus negras “abayas” pero que en sus casas se visten como occidentales y se maquillan. Una de ellas me enseña con orgullo una foto en la que aparece vestida de rosa y con los labios pintados, «es un secreto” -me dice, “y nunca lo enseño, …el Islam tiene ojos en todas partes”.