Me atrae hablar con mujeres allá donde voy y sentir la “hermandad” traspasando fronteras, culturas y razas. A menudo les pido ser fotografiadas, pero esta vez no accedieron… Fue en un barrio de Santo Domingo donde unas mujeres se reían y se lavaban el pelo unas a otras con barreños de agua. Tenían complicidad… Les pedí fotografiarlas, y una de ellas, sin poder esconder su sonrisa pero tampoco su vergüenza, se dio la vuelta. Siguieron riendo…