Se dice que una de las mejores cosas que te pueden pasar es escuchar el rugido de los leones en la noche. Afortunadamente, sorpresas de la vida, pude vivirlo durante un safari al anochecer. Nuestro coche se adentró entre la maleza, apagó el motor y con la luz de un foco adaptado para no deslumbrar a los animales nos vimos rodeados de una manada de leones que rugieron como si hablaran entre sí durante largos segundos. Presenciar esta salvaje orquesta fue claramente estremecedor y la oscuridad de la noche lo elevó todavía más.
Sudáfrica tiene las mayores reservas de animales en el mundo entero, 3.000km de costa, dos océanos, once lenguas oficiales, desiertos, inviernos cálidos, vida salvaje, riqueza gastronómica influenciada por la cocina malaya, india, francesa y holandesa, montañas de 3.000 metros de altura y a día de hoy, la armónica convivencia entre blancos y negros tras una dolorosa historia de separación de colores. Veinte días no son pocos para descubrir un país, destinando tiempo a sus ciudades donde el orden y el desarrollo pudieran confundirte donde estás, y a su vida salvaje en desiertos, parques nacionales y océanos.
Las desigualdades de Sudáfrica implican el ejercicio de tener que integrar muchos contrastes en un mismo país. Uno se acostumbra a ver en la periferia de las más modernas ciudades los más míseros shanty towns, y a entender que pese a haber dejado atrás el apartheid hace tiempo y ser la ley igual para todos, todavía existen distinciones entre blancos y negros. Ambos pueden ser protagonistas de la vida social y financiera de las grandes ciudades, pero en las enormes extensiones de barracas junto a la vía del tren solo se observa gente de color viviendo en las más míseras condiciones de vida. Son muchos otros los legados que quedaron de la ocupación holandesa y de las disputas con los británicos por el oro y diamantes…, tal como la arquitectura de sus cottages y que a día de hoy la lengua Afrikáans tiene el mismo valor que el inglés.
Contrastes también en sus paisajes, donde la bravura de las olas del océano y el viento convive con las apacibles y altísimas montañas que se alzan casi a orillas de la playa. Todo paisajes preciosos con muchísima fuerza y a la vez, cierta dureza.
Los alrededores de Ciudad del Cabo podrían recordarme a California, con sus casas bonitas delante del mar, gente practicando footing, jóvenes en las playas con tablas de surf y la costumbre de tener que concentrar todas tus compras en un mall. Pero más allá del modelo occidental, se extienden desiertos con matorrales secos donde entra la sed con verlos y comunidades negras que cantan y bailan solo con sus voces, llanuras tapizadas de verde con campos de flores amarillas, y hombres que por los rastros en la tierra saben seguir al leopardo, y encontrarlo.
Es así, cuando te alejas de las ciudades los cantos y la percusión te confirman que estas en África, las jacarandas, acacias y las nubes te recuerdan que estas en África, y las mujeres cargando a sus bebés en sus espaldas con telas de colores te ratifican que estás en África.
Cada país tiene su particular energía… Sudáfrica alaba principalmente a la naturaleza y a la vida salvaje, no solo en tierra sino en mar, donde tiburones blancos, ballenas y leones marinos pueden ser parte del paisaje habitual. Creo que por el punto cardinal donde se encuentra, el final de África, de la diversidad de culturas y de la injusta historia discriminante hacia los que originariamente habitaron este lugar, este país encarna sobretodo riqueza multicultural y voluntad por la igualdad.
Cualquier momento del año es bueno para visitarlo. Los inviernos son cálidos, y es cuando las ballenas deciden resguardarse en sus bahías para dar a luz a sus crías. Desde la costa se producen avistamientos y desde cualquier puerto se puede navegar para verlas. Aunque el clima no es el mismo en Western Cape que en Eastern Cape (los dos lados separados por el Cabo Agulhas) el invierno es ligero. El frío y los vientos de la Antártida azotan el lado occidental mientras que en el oriental los aires calientes vienen del Índico. Esta época de año es la perfecta para hacer safaris, pues los secos matorrales te permiten ver bien a todos los animales, sin embargo es cierto que en primavera-verano todo se ve mucho más verde y probablemente, más bonito. Cada estación del año tiene su particularidad.
* La seguridad es Sudáfrica es un tema que puede generar dudas. En este caso hemos viajado con nuestros tres hijos y jamás hemos tenido sensación de inseguridad. Siempre el sentido común y ciertas premisas a tener en cuenta son imprescindibles, de éste modo no hay problema para tu integridad. Es importante saber donde se va y nunca perderse con el fin de evitar meterse en lugares conflictivos de decadencia moral. Nosotros, en cualquier lugar del mundo no haríamos nada sin Maps.Me, la aplicación de mapas offline más útil para viajar en cualquier país. Al oscurecer es mejor no pasear…, para salir a cenar: del hotel al restaurante y del restaurante al hotel, y por la noche en coche: ventanas subidas y pestillos bajados.
* Si se viaja en familia, es imprescindible para entrar en el país los certificados de nacimiento de cada hijo y el libro de familia. Lo controlan muchísimo con el fin de proteger secuestros. El permiso internacional de conducción es también necesario si se alquila un coche.
«Humanity was born in Africa. All people, ultimately, are African» -museo del Apartheid, Johannesburg
– tengerenge
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One Comment on “Sudáfrica, riqueza más allá de oro y diamantes”
ethel
septiembre 7, 2016 a las 4:21 am
Increíble belleza !!! ¿ X qué el Hombre no cuida la naturaleza ?tanta ambición y poder , para qué ? Saludos a USD