Ya no queda sultanes, ni harenes bulliciosos, ni mercados de esclavos, ni palacios de coral. El esplendor oriental de esta isla de Tanzania se ha dormido. Pero quedan torrentes de vegetación exuberante, playas de arena blanca, aguas tibias color turquesa y atardeceres naranjas cargados de perfumes de clavo, jengibre y cúrcuma.
Hecha de colores y olores, de vegetación lujuriosa y playas de arena blanquísima en forma de media luna que se extienden frente al Océano Indico con un increíble fondo de palmeras, cocoteros y grandes mangos frondosos. Esta isla es todavía un lugar de sueños y mitos que conserva intacta su magia histórica escrita a lo largo de 15 siglos de cruce entre las culturas negra, índica y árabe.
En el atardecer, Zanzíbar se convierte en el sueño de África. Nadie que haya estado allí puede escapar de la fascinación de ese momento cuando el perfume a clavo unido al olor embriagador de las frutas tropicales se esparce por el cielo teñido de rojo. Mientras, el sol se hunde con parsimonia en el horizonte Índico y los dhow, las embarcaciones embarcaciones de vela con las que los árabes llegaron a la isla siglos atrás, regresan a puerto cargados con sus capturas. Un poco más allá las olas rompen contra el arrecife de coral. El espectáculo es precioso. Es una isla exótica.
Me gustó muchísimo pasear por Stone Town, que es sin duda el alma de la isla. También llamada «ciudad de piedra», es famosa por la belleza de las puertas de las casas, muchas de ellas labradas a mano; es una de las ciudades más importantes de la cultura swahili. Tiene un fascinante laberinto de callejuelas estrechas y sinuosas con casas encaladas y balcones colgantes. Está declarada Patrimonio de la Humanidad. Cuando estás allá te atrapa….
Tristemente éste fue un lugar de tráfico de esclavos y hoy todavía se puede respirar parte de ello si se visita el mercado de esclavos más importante de la isla que estaba donde hoy se levanta la Catedral Anglicana. En uno de sus laterales se erige el Monumento de los Esclavos que recuerda la actividad que allí se llevó a cabo durante siglos. Junto a la catedral se pueden visitar dos antiguas celdas, las únicas que se conservan, donde se hacinaba a los prisioneros antes de venderlos. Las celdas están bajo el St. Monica Hostel. Este es el pasado más cruel de la isla.
Es bonito visitar el mercado de Darajani por la mañana, para sumergirse en su atmósfera cargada de colores y de olores. En el interior del edificio del mercado se concentran las carnicerías y las pescaderías y por los alrededores se extienden los puestos de frutas, verduras, especies y todo tipo de mercancías. El bullicio es constante. Cuando estuve aquí compré coronas hechas de clavo natural que han perfumado mi cocina durante años; ésta es una de esas adquisiciones que provocan no aterrizar durante meses…
La experiencia de ir a la isla Chumbe es altamente recomendable; es parque natural protegido y tiene unas aguas maravillosas. Y en Prision island, isla vecina, encontraremos tortugas gigantes! El trayecto es corto en lancha rápida y sencillamente se puede ir a pasar el día.
Al atolón Mnemba se puede ir a bucear…..
Y por ultimo la vecina Pemba Island, también conocida como «isla de las especies», que a menudo entra en competencia con Zanzíbar. Ambas comparten vegetación y cargas de olores intensos a vainilla, clavo, cardamomo y canela.
Una vez más se cumple «la llamada de África».
– by tengerenge
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