Aquí están las raíces del son cubano, en el oriente de Cuba. Desde Santiago se proyectaron al resto del mundo para contagiar las ganas de bailar! Este ritmo afrocubano confirma que aquí estuvieron los primeros asentamientos de esclavos para el cultivo de caña de azúcar y también gran parte de la descendencia haitiana. A la vista está que Oriente es mucho más negro, y que los ritmos vibran desde las entrañas.
Trascender La Habana y conocer oriente es encarar otra realidad de Cuba. Como primer viaje es buena opción conocer la capital y viajar a Trinidad y Cienfuegos, pero para quien siente la llamada y decide regresar, recorrer el lado oriental es conectar con otra Cuba, más rural, más musical, más salvaje, más ciega. Provoca liberar a esos ojos engatusados que fueron fácilmente seducidos por una verdad a medias en La Habana.
Penetrar en la sedienta estepa arrasada de árboles y vegetación mas allá de Santa Clara representa ir desenfundando el mito lentamente. Y tras el paso de los días observando las condiciones de vida de toda esa población a la que le tocó vivir lejos de la capital, te conecta con una verdad que ellos mismos prefirieron falsear para mantener el sentido de la vida y no desesperar. Hay veces en que subsistir engañado y vendarse los ojos es un mecanismo de defensa para vivir mejor…
No es un destino fácil, más bien un viaje duro; aunque precioso. Conducir es un reto, sorteando vendedores por las calles, bicicletas y carros. Los trayectos son largos y hay tramos sin asfaltar, convirtiendo las distancias en mucho más largas. Por otro lado hay que estar preparado para prescindir de sofisticaciones y conectar con lo básico…. Cuba no huele a progreso todavía.
Durante el vuelo hasta Holguín se observa una isla arrasada de palmeras y vegetación (según dicen fueron los norteamericanos quienes talaron para la exportación de madera). En Cayo Saetía sin embargo encontramos preciosa naturaleza y playas, y todavía más en Baracoa donde en ella y en el Parque Nacional de Alejandro de Humboldt no hay espacio para una palmera más. La vegetación de Baracoa me dejó asombrada, con sus bahías (Bahía de Taco), su malecón, sus cascadas y ríos, su fauna y la cantidad de especies de pájaros que habitan. Sus coloridas casas recuerdan lo alegre que es siempre el Caribe, todas ellas pintadas de simpáticos colores utilizando el mejor gusto para combinarlos. La gente hace vida sobretodo al aire libre, paseando por el malecón, bailando en La Casa de la Trova o intentado conectarse a internet (controlado por el gobierno) en las plazas de los pueblos; una práctica no existente hace algunos años.
Me gustó visitar el humilde museo de Baracoa, donde se encuentran restos de la vida de los primeros taínos y desde donde las vistas son maravillosas. Siempre me han atraído los taínos.
El viaducto de La Farola dirección Guantánamo es un paseo que no debería terminar nunca. Luego, la carretera se vuelve más seca bordeando el mar, y sedienta llegando a Santiago, donde el calor es insoportable.
Santiago de Cuba es una ciudad con historia, bonita para recorrer sus plazas y sus calles, tomar café cubano en La Isabelica y observar las vistas desde el Balcón de Velázquez. En la Casa de las Tradiciones pudimos bailar hasta altas horas de la noche, y casi más importante, entender que el baile es una forma de vida para el cubano. Desde el barrio de Vista Alegre se ven preciosas casas señoriales construidas en 1920, algunas lucen orgullosas, otras no se sostienen, como tampoco lo hacen aquellos cubanos que perdieron la ambición en el camino creyéndose libres cuando estaban presos; y lo siguen siendo.
Hasta Camagüey hay un tramo muy duro. El trayecto es monótono, muchas horas conduciendo y no precisamente una conducción relajada, por las bicicletas y vendedores de queso que caminan a ambos lados de la carretera. Muy cerca está la Sierra Maestra, mojada de cascadas y húmeda vegetación caribeña, pero los cayos del norte nos esperan.
La ciudad de Camagüey es muy bonita. En la plaza de San Juan de Dios se cena fantásticamente en el Paladar 1800, un antiguo caserón colonial convertido en «restaurante». El panorama es precioso cenando en esta tranquila plaza de bonitos edificios y música cubana en directo. Como siempre los paseos por sus calles y plazas y su centro histórico vale muchísimo la pena y las conversaciones con sus gentes son siempre ricas. «Los guajiros son los ingenieros de la naturaleza»-me comentaba un paisano, «ellos conocen cuando se siembra, cuando se cosecha, cuando va a llover y qué se planta en cada luna. Ellos siembran en una luna y recogen en otra. La madera por ejemplo, solo se corta en luna menguante, de lo contrario estaría encharcada de agua y se llenaría de insectos». Isleños conectados con la naturaleza, conciencia ecológica y educación.
Finalmente, solo queda el ultimo tramo hasta llegar a Remedios, para cruzar entonces el pedraplén hasta los cayos del norte, preciosa pero ilícita zona reservada a turistas y vedada a cubanos.
Son muchas las impresiones que recojo de mis días aquí, fruto de lo que han visto mis ojos y de conversaciones en voz baja con algunos cubanos que saben el significado de libertad. Algunos declaran… «gracias al régimen tengo cultura, mis padres en cambio araban el campo y eran analfabetos», «el partido me proporciona sanidad, por lo que estoy agradecido», «la vida sin Fidel era mucho más dura»… Otros en cambio, solo desean poder escapar a tierra libre aunque haya que cruzar siete fronteras ilegalmente desde Colombia hasta Estados Unidos.
Tras muchos días viajando hubo un detalle que me impactó en especial. Me percaté que las encías de muchos estaban manchadas de negro…, e indagué. «Anemia«- me dicen, «falta de hierro. No comemos carne. Oh Dios mío, quiero ir a Estados Unidos y sacar a mis hijos de aquí» –palabras desesperadas de una mujer bendecida por no vivir sumergida en la falsa verdad de los cubanos, que acabaría con su vida y la de sus hijos, no solo por desnutrición si no por desespero. «Los que ejercen pediatría y tienen almas bondadosas pueden recetar carne solo en ocasiones alarmantes como medida preventiva en niños con niveles de hierro por el suelo». Me explicaba también que la leche y los huevos solo pueden ser consumidos por niños durante los dos primeros años de vida, a partir de esa edad ya nunca más, y que el gobierno reserva la carne de res únicamente para ser consumida por turistas en hoteles. Injusticias y abusos, lamentable realidad.
Sin embargo, el socialismo engendra buenas personas y despilfarra calidad humana. Ello es visible en todas las personas de esta isla, gentes sobradas de cortesía en la boca, bondad en sus gestos, civismo y educación … Si bien es cierto, el régimen abasteció de cultura, formación y valores. La escasez de comida y bienes materiales son un hecho, pero carecen de la terrible amenaza de occidente: esa avaricia por tener, ese anhelo capitalista por acumular, esa horrible carrera por atesorar que hace esclavos a los que se creen más libres.
Hasta pronto preciosa isla fotogénica, y conformista.
-tengerenge